China y Rusia, aunque con importantes diferencias, son dos posimperios revisionistas con una ambición común: cambiar el orden global. Las intenciones de Rusia se han mostrado más claramente con la invasión de Ucrania, mientras que China se ha beneficiado de la agresividad rusa para ofrecer una alternativa al Sur Global. Rusia, un posimperio en decadencia, necesita el apoyo de China para avanzar en su guerra contra Ucrania. La disposición de China a prestar ese apoyo se produce a cambio, no solo de la agresividad de Rusia en ese cambio de orden mundial, sino también de un mejor acceso a materias primas y armamento ruso, así como a la Ruta del Ártico. A medida que la economía rusa aumenta su dependencia de la china, la balanza debería seguir inclinándose a favor de esta última.
China and Russia, although with significant differences, are two revisionist post-empires with a common ambition: to change the global order. Russia’s intentions have been more clearly demonstrated with the invasion of Ukraine, while China has benefited from Russia’s aggressiveness to offer an alternative to the Global South. Russia, a post-empire in decline, increasingly needs China’s support to continue with its war against Ukraine. China’s willingness to provide such support comes in exchange for Russia’s push to change the global order but also for better access to Russian raw materials, weapon capabilities as well as the Arctic Route. As the Russian economy becomes more dependent on China, the balance should continue to tilt in favor of the latter
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