Playas semivacías, chiringuitos sin público o cerrados, hoteles y restaurantes a la espera de huéspedes y comensales que no acaban de llegar... El verano del 92 ha empezado con mal pie y parece que sólo un milagro podrá sacarlo de la apatía y rentabilizar sus cuentas. La pretemporada ha sido un desastre inesperado en el que se han dejado de ingresar muchos miles de millones de pesetas. A ellos han contribuido, además de la escasez de dinero, el mal tiempo, la falta de previsión y, como punto final, la reciente huelga de camioneros franceses.
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