Don Quijote considera a Andrés (capítulos 4 y 31 del primer Quijote) como víctima inocente. Este estudio escudriña más detenidamente al muchacho y pone de relieve varias semejanzas entre su situación y su personalidad y las de Lazarillo de Tormes. Cuando se le reconoce a Andrés como pícaro y se analizan escenas parecidas en los libros de caballerías, se entrevé la función del episodio de Andrés en la confrontación entre Don Quijote y la realidad.
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