La sucesión de malos resultados electorales ha generado un clima de crisis que, a estas alturas, resulta difícil presagiar como acabará. Demasiadas veces, la gente de izquierdas dedica más energías y talento a las batallas internas que a construir un proyecto sólido. Quizás es un reflejo de su debilidad estructural, de verse forzada siempre a ir a la contra, con pocos recursos, a habitar en espacios institucionales y mediáticos marginales. Pero debería ser la conciencia de esta precariedad el principal acicate para construir, con generosidad, proyectos capaces de persistir y servir de referencia a mucha gente. Las notas que siguen solo pretenden contribuir a un debate en el que lo prioritario pasa por no tensar la situación, tratar de racionalizar los problemas, y buscar respuestas a corto, medio y largo plazo.
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