Si algún sector de la juventud ha permanecido mucho tiempo en silencio y, además, ha estado permanentemente silenciado por la sociedad, no cabe duda que ha sido el mundo rural. Se podría decir con toda seguridad que los jóvenes de los pueblos rurales de España, en el siglo XX, no han causado ninguna molestia para ningún gobierno. Su escaso ruido les hacía pasar desapercibidos ante la generalidad de instituciones que, sin embargo, en los medios urbanos andaban agobiadas buscando respuestas educativas, culturales, de ocio y de creación de empleo para un grupo social que, ineludiblemente, necesitaba atención
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