"Esta vez nos han cogido, pero no importa. Volveremos a intentarlo". Así se expresaba uno de los casi 200 magrebíes que milagrosamente alcanzaron la costa almeriense en una "patera" de 15 metros de eslora, tras cruzar el Mar de Alborán en tres días infernales que nunca olvidarán. Fueron detenidos y devueltos a Marruecos a través de Melilla. Pero otros han tenido peor suerte: 350 se dejaron la vida en el intento desde enero de 1991. Sólo en esta última semana murieron tres en Tarifa y uno en Algeciras, en la mayor avalancha de "espaldas mojadas" que se recuerda en las costas gaditanas. Dicen que al hambre no se le puede poner barreras. Ni el océano, ni la muerte, son capaces de frenar a estos desheredados que buscan en España, en Europa, el remedio a su miseria, aun a costa de su vida.
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