Escuelas, universidades y organismos públicos son la mejor tierra de labranza para plantar la semilla de una lengua. Pero también son el mejor abono para que crezca la semilla de la discordia. La progresiva catalanización que se está llevando a cabo desde hace años en Cataluña afecta para bien o para mal a foráneos, extranjeros y a todos los españoles de otras zonas que viven, trabajan o hacen turismo aquí. La clase política ha hecho una vez más bandera de la cuestión lingüística y su última baza, el desarrollo de los Juegos Olímpicos, ha desbaratado todas las apuestas.
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