Felipe González ha dado un sonoro puñetazo en la mesa. Está harto de la disidencia interna que promueven algunos colectivos de su partido y se propone erradicarla por la vía más expeditiva, "antes de que se produzcan en el PSOE los mismos fenómenos cismáticos que han arrojado del poder a otros socialismos europeos". Los críticos y las alternativas ideológicas tienen sus días contados.
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