El dinero está loco, loco, loco. Don Dinero está como una cabra, y aunque siempre tira al banco, como la cabra al monte, está dando unos bandazos y unas cabriolas como para que le pongan la camisa de fuerza. Lo mismo se levanta con depresión que amanece con la euforia. Igual desaparece de la Bolsa de Nueva York, o sea, de su palacio de diamantes, que se viene de picos pardos a Galerías Preciados. Se sale del plumaje del dólar y se mete en el pellejo de la peseta. Se sabía que la Fortuna es veleidosa, pero es que ahora está desorejada. Cena con Creso, y por la noche le pone los cuernos y se acuesta con el dómine Cabra, que ayer pescaba el único garbanzo que traía la sopa.
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