En el umbral del siglo XVI los Reyes Católicos reflotaron dos de los adelantamientos bajomedievales - el de Castilla y el de León - con el objetivo prioritario de patrullar en aguas señoriales. La realidad señorial que siempre había acompañado a los adelantamientos cobró, a partir de entonces, un especial protagonismo a los ojos de estos monarcas y a los de sus sucesores en el trono. Todos ellos, viendo crecer el "peso" del señorío, se sintieron urgidos a potenciar las alcaldías de adelantamiento diseñadas, en buena medida, como "contrapeso". El objeto de estas líneas no es tanto estudiar el "contrapeso", como constatar el "peso" que lo exigió, dejando constancia de la abultada presencia del señorío en uno de los tres adelantamientos modernos: el de Castilla-Burgos, y en un momento histórico muy concreto: el ocaso del reinado de Felipe II que consideraba a los alcaldes mayores de adelantamiento como un "freno" para los señores
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