José Enrique Victoria Saavedra, Saúl Ramírez Sánchez
La pandemia y su impacto han puesto en evidencia las enormes desigualdades que existen entre los distintos países y las que existen en el interior de éstos. De ser un acontecimiento meramente médico, sus daños colaterales (Bauman, 2011)1 se han expandido a áreas económicas, sociales, laborales, culturales, escolares, diplomáticas, etcétera. Es decir, esta emergencia sanitaria va a cambiar el desarrollo de nuestra vida cotidiana tal como la conocíamos y más para aquellos grupos que histórica y sistemáticamente han sido empobrecidos y discriminados. Pocos fenómenos son tan dramáticos como el desplazamiento forzado de personas por motivos económicos. Entre ellos destaca la migración indígena (Yescas y Trujano, 2008)2 de habitantes de la región de La Montaña
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