Elisa Aldea Molina, Violeta González Guillén, Patricia Alba Esteban, Cristian Blanco Torrecilla, Daniel García Arenaz, Irune Albistur Lesmes
Se entiende como fase terminal de una enfermedad, aquella que transcurre desde la presentación de la misma y que no responde al tratamiento específico, hasta el momento de la muerte; la supervivencia del paciente es variable dentro de unos límites (días o meses) y se relación con el momento en el cual se establece el diagnóstico.
El momento de incluir a un paciente en un programa de cuidados paliativos depende de la habilidad profesional para reconocer cuándo una enfermedad no va a responder al tratamiento y únicamente queda la oportunidad del control de los síntomas y de atender a las medidas de confort del enfermo hasta que el proceso evolucione hasta la muerte.
La dificultad para detectar esta situación, más evidente en pacientes oncológicos y menos en los no oncológicos, hace que los pacientes sean, en general, incorporados tardíamente a los programas de cuidados paliativos.
Los flujos de entrada y de seguimiento de estos enfermos no están desarrollados suficientemente, lo que genera demandas y asistencias que en muchas ocasiones no resuelven adecuadamente el problema.
Quedaría así justificado el retomar los cuidados paliativos como grupo diferenciado dentro de la atención sanitaria sobre los cuales trabajar de forma programada.
La relación entre variables mostró que la identificación repercutió positivamente en la prescripción de opiáceos, disminución de visitas a urgencias menor número de fallecimientos fuera del hospital y extensión a enfermedades no oncológicas, también a un mejor manejo de la situación de las familias, aunque también disminuyeron los ingresos, el coste pudo aumentar debido al uso de hospitalización a domicilio.
The terminal phase of a disease is understood to be the phase that passes from its presentation and does not respond to specific treatment, until the moment of death; Patient survival is variable within certain limits (days or months) and is related to the moment in which the diagnosis is established.
The moment to include a patient in a palliative care program depends on the professional ability to recognize when an illness will not respond to treatment and there is only the opportunity to control the symptoms and attend to the patient’s comfort measures until that the process evolves until death.
The difficulty in detecting this situation, more evident in cancer patients and less so in non-oncology patients, means that patients are, in general, incorporated late into palliative care programs.
The intake and follow-up flow of these patients are not sufficiently developed, which generates demands and assistance that in many cases do not adequately resolve the problem.
It would thus be justified to return to palliative care as a differentiated group within health care on which I work on a scheduled basis.
The relationship between variables showed that identification had a positive impact on the prescription of opiates, a decrease in visits to the emergency room, a lower number of deaths outside the hospital and extension to non-oncological diseases, also a better management of the situation of the families, although they also decreased. income, the cost could have increased due to the use of home hospitalization.
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