Nadar, surfear, descansar, broncearse: en el estado más rico de Estados Unidos, el derecho a la playa es objeto de numerosos litigios. En los tribunales, las grandes fortunas ven contrapuestos sus privilegios como propietarias a los de las administraciones públicas, que consideran el litoral un bien común. Pero, a medida que el retroceso de la costa se acelera, los propietarios adinerados hacen suyos los postulados ecologistas a los que antes se oponían y reclaman la ayuda de los poderes públicos apelando de buen grado al interés general.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados