El proyecto “multipolar” aparece para algunos como una alternativa al poder imperialista dominado por Occidente, especialmente a las instituciones multilaterales orientadas a las empresas. Sin embargo, incluso si los países de renta media consiguen entrar en el accionariado formal y la gestión de estas instituciones, es evidente que su exitosa asimilación de los neoliberales del Sur Global representa una asociación imperial/subimperial insostenible. Al fin y al cabo, el contexto para este tipo de acuerdos incluye crisis financieras periódicas (que catalizaron el G20 a finales de 2008), una ralentización del crecimiento del PIB y de la integración económica mundial, una política monetaria occidental sesgada por los banqueros (cuyos tipos de interés más altos están provocando crisis de deuda cada vez más graves), las lecciones de la pandemia del virus Covid-19 sobre la provisión de bienes públicos mundiales (es decir, las restricciones de la propiedad intelectual de las corporaciones sobre las vacunas), el aumento de los precios de los alimentos y el aumento de la pobreza, (es decir, las restricciones de la propiedad intelectual de las corporaciones sobre las vacunas y el tratamiento), el empeoramiento de las crisis ecológicas, la desigualdad extrema, el aumento de las reacciones protofascistas, la agitación geopolítica, la guerra devastadora e incluso un genocidio no mitigado por un orden judicial internacional desaprobador (aunque simbólico). El renovado énfasis en un BRICS+ Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica en expansión puede seguir suscitando falsas esperanzas, especialmente en la “desdolarización” y en el papel de unas cuantas pequeñas instituciones “alternativas”. En su lugar, se requiere ahora un auténtico internacionalismo solidario, ascendente y no polar, para trascender tanto las inútiles asociaciones imperiales/subimperiales como el falso amanecer del multipolarismo de los BRICS+.
The ‘multipolar’ project appears to some as an alternative to western-dominated imperialist power, especially to the corporate-oriented multilateral institutions. However, even if inroads are made by middle-income countries into formal share ownership and management of these institutions, it is evident that their successful assimilation of neoliberals from the Global South represents an untenable imperial/sub-imperial partnership. After all, the context for such deal-making includes periodic financial crises (catalysing the G20 in late 2008), a slow-down in GDP growth and global economic integration, banker-biased Western monetary policy (whose higher interest rates are causing worsening debt crises), the Covid-19 pandemic’s lessons about global public good provision (i.e., corporations’ Intellectual Property restrictions on vaccines and treatment), worsening ecological crises, extreme inequality, rising proto-fascist reactions, geopolitical turmoil, devastating warfare and even a genocide unmitigated by a disapproving (albeit tokenistic) international judicial order. The renewed emphasis on an expanding Brazil-Russia-India-China-South Africa BRICS+ may continue to spark a false hope especially in ‘de-dollarisation’ and the roles of a few small ‘alternative’ institutions. Instead, a genuine solidaristic, bottom-up, non-polar internationalism is required now, to transcend both the futile imperial/sub-imperial partnerships and the false dawn of BRICS+ multipolarism.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados