A la que no se le nota el crac es a Tita Cervera, que llega al museo arrastrando las joyas de los faraones, recubierta de oro y piedras preciosas, como la momia de Tutankamón. Es como una Nefertiti en medio del crac socialista y en el centro del sueño de las vacas flacas de José. Aparece Tita Cervera y es como si una vaca gorda, lustrosa y optimista se colara entre las vacas flacas del sueño. Lo de la vaca gorda es sólo simbólico, porque Tita está de junco y de maniquí.
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