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Resumen de Los dominicanos en Nueva York: su adaptación en clave familiar

Nicolás Bajo Santos

  • Aunque la emigración exterior dominicana en las últimas décadas ha tenido, y sigue teniendo, diferentes puntos de destino, el preferido ha sido EE.UU. y, más en concreto, la ciudad de Nueva York. Allí han "viajado" ininterrumpidamente desde el asesinato de Rafael L. Trujillo (1961), hasta convertirla en su segunda ciudad más grande, después de Santo Domingo, a pesar de que en los últimos años se están incrementando las mudanzas a Florida, siguiendo la estela de los cubanos. No vale la pena entrar en la guerra de las cifras absolutas (¿un millón?); lo que sí parece obvio, en términos relativos, es que los dominicanos se han convertido en el tercer grupo étnico de origen hispano más numeroso de todo el país, tras mexicanos y cubanos, y en el primero de la ciudad de Nueva York, sin contar a los puertorriqueños. Esta comunidad dominicana, según varios estudios demográficos, es algo más femenina (55%) que masculina (45%) y está integrada por personas procedentes, en una proporción cada vez mayor, de las principales ciudades de R. Dominicana. Es una comunidad notablemente joven y con un nivel educativo superior al promedio de su país. Su tasa de actividad, tanto masculina como femenina, es muy elevada y bastante superior a la de la comunidad puertorriqueña, a la que aventaja también en ingresos familiares, aunque en esto último se ve superada por los centroamericanos, los colombianos y, desde luego, por los cubanos. En lo que sí se acerca a los puertorriqueños es en el número de hogares monoparentales encabezados por mujeres solas, aunque es bastante aconsejable desconfiar de las elevadas cifras aportadas por estadísticos y demógrafos neoyorquinos. Lo que sí resulta más evidente es su concentración en determinadas áreas o zonas de la ciudad. En unos casos, conviviendo con un número similar de puertorriqueños –suroeste del Bronx y Williamsburg, en el noroeste de Brooklyn- y en otros, constituyéndose en neta mayoría: la zona de Corona-Jackson Heights, al sureste del aeropuerto de La Guardia, y Washington Heights-Inwood o Alto Manhattan, verdaderos "enclaves" dominicanos, desde los años 80. Más allá de esta concentración domiciliaria, los dominicanos no tienen un nivel asociativo muy elevado, aunque va creciendo progresivamente su organización, con vistas a incrementar su representación política, a nivel local y estatal, y para reafirmarse como grupo étnico y cultural.


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