Después de catorce años de gobierno conservador, el pasado 4 de julio los laboristas ganaron las elecciones generales en el Reino Unido. Pero nadie cree en la ruptura. Al igual que su predecesor, el nuevo primer ministro profesa la “moderación” tras la era del brexit. Sin embargo, los disturbios racistas del verano y las reacciones que provocaron confirman el carácter derechista de la escena política nacional.
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