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Resumen de El corazón en la página

Betina González

  • español

    La emoción es el hecho misterioso del acto creativo. Quizá incluso es la responsable de la supervivencia de la ficción escrita. No es, sin embargo, un tema frecuente en los tratados de escritura o en los de festivales literarios. Tampoco es bien visto por la crítica, a la que los asuntos del corazón le sultan sospechosos. Pocos escritores suelen referirse directamente al tema, lo cual es sorprendente dado el rol que ocupa en la escritura y la lectura. Una de las razones por las cuales no se habla de la emoción en relación con la literatura es la confusión con “lo sentimental”. Lo sentimental, lo emotivo, ¿por qué suelen ser dimensiones tratadas con sospecha? ¿Cómo narrar lo emotivo? ¿De qué modo lo emocional en el relato construye formas determinadas de experiencia lectora? La escritora de ficción, en su tratamiento de la emoción se enfrenta al problema de la representación, una cuestión que la poesía, por ejemplo, no necesita resolver ya que, por definición, es una forma autorreferencial y, por eso, puede confiar toda la fuerza cognitiva y vital de la emoción a la imagen. La narrativa, en cambio, debe trabajar la emoción en el entramado representacional, ocupándose de la paradoja de narrar aquello que justamente no es narrable, pues todas las emociones son conocidas solo en tanto son experimentadas. Esto es obvio cuando pensamos en los sustantivos abstractos que usamos para nombrar las emociones: no hay representación posible de “la esperanza”, “el amor”, “la envidia”, tan solo podemos representar gente esperanzada, enamorada La emoción es el hecho misterioso del acto creativo. Quizá incluso es la responsable de la supervivencia de la ficción escrita. No es, sin embargo, un tema frecuente en los tratados de escritura o en los de festivales literarios. Tampoco es bien visto por la crítica, a la que los asuntos del corazón le resultan sospechosos. Pocos escritores suelen referirse directamente al tema, lo cual es sorprendente dado el rol que ocupa en la escritura y la lectura. Una de las razones por las cuales no se habla de la emoción en relación con la literatura es la confusión con “lo sentimental”. Lo sentimental, lo emotivo, ¿por qué suelen ser dimensiones tratadas con sospecha? ¿Cómo narrar lo emotivo? ¿De qué modo lo emocional en el relato construye formas determinadas de experiencia lectora? La escritora de ficción, en su tratamiento de la emoción se enfrenta al problema de la representación, una cuestión que la poesía, por ejemplo, no necesita resolver ya que, por definición, es una forma autorreferencial y, por eso, puede confiar toda la fuerza cognitiva y vital de la emoción a la imagen. La narrativa, en cambio, debe trabajar la emoción en el entramado representacional, ocupándose de la paradoja de narrar aquello que justamente no es narrable, pues todas las emociones son conocidas solo en tanto son experimentadas. Esto es obvio cuando pensamos en los sustantivos abstractos que usamos para nombrar las emociones: no hay representación posible de “la esperanza”, “el amor”, “la envidia”, tan solo podemos representar gente esperanzada, enamorada, o envidiosa. En esas representaciones, la narrativa demuestra toda su pertinencia cognitiva y su actualidad: es quizás la única forma textual que nos permite compartir, comprender y a la vez conservar el misterio asociado a las emociones humanas.

  • English

    Emotions are the mysterious fact of the creative act. Perhaps they are even responsible for the survival of written fiction. They are not, however, a frequent theme in writing treatises or in literary festivals. Nor is it well regarded by critics, to whom the matters of the heart are suspicious. Few writers often refer directly to the subject, which is surprising given the role it plays in writing and reading. One of the reasons why emotion is not discussed in relation to literature is its confusion with the concept of sentimental writing. How do we narrate the emotional? How does the emotional in a fiction story build specific forms of reading experience? In her treatment of emotion, the fiction writers faces the problem of representation, a question that poetry, on the other side of the literary spectrum does not need to face since, by definition, it is a self-referential form and, therefore, it can trust all the cognitive and vital force of emotion to the poetic image. Narrative fiction, on the other hand, must work the emotion within a representational framework, dealing with the paradox of narrating what is just not narrable, since all emotions are known only as long as they are experienced. This is evident when we think of the nouns we use to refer to emotions: there is no possible representation of “hope”, “love”, “envy”, we can only represent hopeful people or jealous people or people in love. Literary fiction is perhaps the only textual form that allows us to share, understand (and at the same time preserve) the mystery associated with human emotions


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