La evolución de la lengua española en nuestros países ha seguido un camino de semejanzas y diferencias, fruto de las costumbres, tradiciones e influencias propias de nuestros pueblos indígenas y de otras culturas a lo largo de la historia. Como bien resalta Francisco Javier Pérez, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española-ASALE-: «El espíritu panhispánico refleja la verdad de una lengua que es diversa y similar, que es única y múltiple, que es estable y cambiante y manifiesta su grandeza y expansión […] donde no hay variedades sobre otras» (ASALE, 2016).
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