Los Balcanes son más conocidos por la mala gestión de la diversidad que por la convivencia pacífica de sus pueblos, aunque ambas prácticas forman parte de su historia. La Península Balcánica suele ser presentada como frontera y línea de demarcación de diferentes tradiciones: el Catolicismo, la Ortodoxia cristiana y el islam, así como una zona de problemática interrelación de diferentes grupos étnicos y pueblos de origen eslavo, latino, fino úgrico, griego y túrquico. Esa mezcla de razas y creencias, calificada por muchos de «explosiva», ha ido configurando sin embargo un modus vivendi bastante homogéneo a lo largo de la historia.
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