Pese a la casi milenaria continuidad territorial de Bosnia y Herzegovina, el país ha sufrido constantes e intencionadas obstrucciones históricas de negación de su estatalidad debido a su condición de república multiétnica. Los tres grupos mayoritarios que conforman el territorio —serbios de confesión ortodoxa, croatas de confesión católica y musulmanes— convivieron unidos hasta que en 1992 estalló la guerra, una tragedia cuyo detonante es la ideología étnica del populismo identitario que se vino fraguando en los años anteriores y se convertirá en ínsita para las generaciones venideras. Desde entonces, Bosnia y Herzegovina se encuentra en una crisis —agravada con la guerra de Ucrania— que arrastra a causa de una paz mal resuelta y tiene atrapada a la región en un enrevesado sistema de pesos y contrapesos étnicos.
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