La Iglesia copta está considerada como una de las entidades más antiguas de la historia del Mediterráneo y la más antigua de Egipto. San Marcos estableció la Iglesia copta en este país cuando estaba bajo el dominio del Imperio romano pagano, y así fue como los coptos se convirtieron al cristianismo. Desde entonces, han luchado por seguir existiendo y preservar su presencia, sus interacciones y su identidad, cuya narrativa siempre ha tenido una gran fuerza. La Iglesia copta desempeña un papel fundamental en ese proceso, sobre todo desde las oleadas de migración copta desde Egipto en el siglo xx, que crearon una diáspora internacional. En 1962, el Papa Cirilo vi estableció el primer Obispado General de Servicios Públicos, Ecuménicos y Sociales, una red con dos objetivos principales: apoyar a los inmigrantes coptos en el extranjero y recaudar fondos para proyectos de desarrollo en Egipto destinados a jóvenes y familias de ingresos limitados. Así, las diferentes diócesis de la diáspora se convirtieron en un lugar de encuentro y apoyo. Hoy en día, la Iglesia copta se encuentra ante una oportunidad histórica no solo de sobrevivir al desafío, sino de florecer y experimentar una expansión universal.
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