Son cultos, educados, tienen dinero y lo que se conoce como una buena posición social. En su mayor parte están separados, aunque también hay algún que otro soltero o viudo. Todo parece estar a su favor, pero algo falla: querrían encontrar a su pareja ideal y, o no tienen tiempo para buscarla, o no saben dónde hacerlo. Para ellos están surgiendo empresas y asociaciones que se encargan de organizarles cenas, viajes y actividades culturales y que, además, se encargan de filtrar a los indeseables que no dan el nivel. Hay otra modalidad: la de asistir, previa invitación, a reuniones más o menos concurridas en casas de particulares, unas cenas en las que no hay casados y en las que la discreción en las relaciones es la principal consigna.
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