A don Felipe González le están creciendo los bonsais. Le condenan a Juan Guerra. Le registran los jueces los despachos del partido. Le desmochan en Edimburgo los fondos de cohesión. La justicia italiana empapela a su amigo y homólogo Bettino Craxi. Le sacan a relucir la vieja foto del entierro del minero en los días de pana y rosas. Le hurgan en el Banco de España. Le estalla en las manos un petardo llamado Macosa. Y le dan un manteo verbal en la Universidad Complutense. También, para él, el 92 ha sido el "annus horribilis".
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