Dos filósofos escriben cartas deseando tomar contacto cara a cara para intercambiar pareceres sobre la res extensa (el cuerpo) y la res cogitans (el alma) y fundan así una relación intelectual sumamente estimulante para ambos: nos referimos al trocar de correspondencia entre René Descartes (1596-1650) y la princesa alemana Elisabeth de Bohemia (1618-1680), hija de los reyes de Bohemia. Está claro: René y Elisabeth están convencidos que desde las cartas hacen filosofía y, como si esto fuera poco, entienden que la copresencia corpórea –así como el intercambiar correspondencia– mejora las condiciones de posibilidad y los efectos de la filosofía.
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