El 3 de agosto de 1557, tras haber simulado que se acometería la empresa de tomar Guisa o Rocroi como diversión para que el francés sacase a campaña las tropas que estaban en guarniciones, el ejército real encabezado por Manuel Filiberto, duque de Saboya, ponía asedio a San Quintín. El sitio de dicha plaza centró los esfuerzos tanto del ejército atacante de Felipe II como del defensor de Enrique II. La pretensión de socorrer la plaza dio lugar a la célebre batalla homónima, pero la derrota del ejército francés no implicó que los defensores desfallecieran. Al contrario, el almirante Coligny impuso una férrea disciplina a los soldados, milicianos y burgueses, y la plaza tuvo que ser tomada en un encarnizado asalto.
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