Murcia, España
Cuando en 1559 los reyes de Francia y España firmaron la Paz en Cateau-Cambrésis nada podía garantizar que dicho tratado no fuera uno más en la sucesión de treguas, suspensiones de armas o paces que se venían acumulando entre ambas monarquías desde la década de 1490. Es bien cierto que la retórica irenista que presidió el final del conflicto insistía en la necesidad del carácter definitivo del nuevo tratado, y es igualmente cierto que, con mayor o menor dificultad, el mundo tal y como se definió entonces iba a subsistir por casi un siglo. Con la excepción de la fascinante guerra de 1595-1598, los dos grandes poderes católicos de Occidente no se enfrentarían directamente, aunque sí lo hicieran en escenarios secundarios, hasta 1635. Hubo que esperar a la Paz de los Pirineos (1659), justo un siglo después, para que lo que se puede llamar sin problema el sistema de Cateau-Cambrésis pudiera ser dado por acabado.
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