Yeltsin y Jasbulátov, dos hombres y un incierto destino, el de la atormentada Santa Rusia. El próximo día 25, ante la atenta e inquieta mirada de un mundo preocupado por la suerte de uno de los dos mayores arsenales nucleares del planeta, Boris Yeltsin y Rusián Jasbulátov se jugarán en las urnas la legitimidad del poder. El triunfo inapelable de cualquiera de los dos grandes maestros del ajedrez político ruso serviría para clarificar el futuro de esta superpotencia en vías de inexorable tercermundización. Las tablas, reales o formales, agudizarían el proceso degenerativo que vive la sociedad rusa, perdida en la tierra de nadie de la indeterminación tras haber salido del comunismo y no haber entrado todavía en el capitalismo, y aventaría un sinfín de amenazas espectrales, incluida la de la guerra civil.
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