El envejecimiento de la población ha hecho que afloren y se discutan problemas de todo tipo (sociales, económicos, médico-asistenciales, etc.) que, si bien pueden haber existido siempre, ahora se manifiestan en toda su magnitud y obligan a una búsqueda de sus factores de riesgo y de sus soluciones. Uno muy importante es el reconocimiento efectivo de que el anciano puede ser —y de hecho lo es— víctima de abusos y de malos tratos por parte de sus cuidadores, de las personas con las que conviven y/o de las instituciones.
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