Todos los indicadores señalan en la misma dirección: crisis en el Partido Comunista. A Gerardo Iglesias le atraviesan los alfilerazos en secretas sesiones de vudú. Las advertencias dimisionarias de las "chaquetas viejas" son cada vez más frecuentes. El portazo de Curiel ha dejado desguarnecida la muralla de contención del flanco más crítico del partido. Las deudas amenazan al deshaucio económico y el XII Congreso del partido, previsto para el mes de febrero, aparece ante la opinión pública como el altar de un sacrificio cruento. La galerna, pese a todo, está en la superficie. Las aguas profundas de la "pecera" permanecen en relativa calma. La sangre no llegará al río.
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