La cita electoral en Cataluña, el próximo 29 de mayo, es el punto de referencia al que se dirigen las miradas de todos los estrategas de la política española. De momento, los estados mayores de los partidos políticos han aprovechado las vacaciones de Navidad para ultimar los planos de la batalla de 1988, conscientes de que las elecciones generales -aunque se convocarán en 1990- dependen, fundamentalmente, de lo que ocurra en los próximos 12 meses. Puede confirmarse la pérdida de la mayoría absoluta del PSOE, evaluarse el crecimiento del CDS, medirse el "tirón" de Hernández Mancha, cerrarse la grieta del PCE y sondearse el estado de salud de los partidos regionales. Con esos datos en el ordenador, Alfonso Guerra -tal y como presume durante sus accesos de autoafirmación- puede clavar, con mínimo margen de error, los resultados de las generales. Hoy por hoy, las estrategias de 1988 están servidas.
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