El mercado del grabado siempre ha estado relegado de las “artes mayores”; sin embargo, desde el florecimiento de su comercio en Europa, los artífices de esta técnica se vieron en la necesidad de establecer nuevas reglas de operación para darle validez como obra de arte. Muchas de estas regulaciones fueron establecidas en el Congreso de Viena de 1960 y algunas otras, acordadas en los encuentros sucedidos en Quebec de 1982 y en Venecia de 1991.
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