La industria del vino argentino atravesó dos etapas de cambio estructural desde su integración al merca-do mundial. En la primera, iniciada en la década de 1880, un exitoso proceso de modernización tecnoló-gica y reconversión productiva dejó atrás una reducida producción artesanal de vino “carlón” (de uvas criollas) e inauguró un esquema de producción industrial de vino tipo “francés” para un mercado masi-vo. Argentina emergió como uno de los principales países productores de vinos comunes del mundo. En la segunda, desencadenada en 1980 por la crisis terminal de la vitivinicultura “tradicional”, emprendió el segundo proceso de reconversión productiva que le permitió adaptar la producción del vino doméstico a las nuevas preferencias del consumidor y, con ello, frenar el descenso del consumo per cápita en el mer-cado interno que había comenzado en 1970, e insertarse (aunque tímidamente) en el mercado internacio-nal como un país exportador de vinos diferenciados, con identidad propia y el Malbec como varietal emblema.Las contribuciones que integran este dossier invitan a reflexionar sobre los desafíos y los cambios que enfrentó la vitivinicultura argentina en clave regional en los últimos sesenta años, así como sobre los aspectos todavía pendientes.
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