Las infecciones de transmisión sexual continúan siendo un serio problema de salud pública que afecta a la población de todos los países, en especial, a los que están en desarrollo. La gonorrea, ocasionada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae (N. gonorrhoeae), es una de las infecciones de transmisión sexual de mayor prevalencia1 ; afecta anualmente a 106 millones de pacientes en el mundo, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud2 . N. gonorrhoeae es un agente patógeno que ha convivido con el ser humano desde tiempos bíblicos, y ha sido ampliamente estudiado gracias a que se puede cultivar y manipular genéticamente1 . Sin embargo, aún existen enormes vacíos en este campo, que dan origen a grandes retos en su estudio y que incluyen la mejoría de métodos diagnósticos, alternativas terapéuticas y desarrollo de una vacuna.
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