Las organizaciones de salud, al estar relacionadas en su quehacer con seres humanos dotados de dignidad y con la vida y la salud que es un “bien meritorio” (1), no pueden administrarse siguiendo únicamente los dictados de la racionalidad económica y financiera. Si bien estos son importantes porque tienen que ver con la sostenibilidad a futuro de la organización de salud, en un orden de prioridades, debe estar el respeto por la dignidad, los derechos y los intereses de los pacientes y la comunidad.
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