David Fernando Ortiz Pérez, John Sebastián Osorio Muñoz, Víctor Andres Torrente Ramírez, Rosa Angélica Ávila Bautista, Manuel Fernando Chavarro Muñoz, Luis Augusto Martínez Aguilera, Víctor Santiago Márquez Camacho, Miguel Gregorio Tordecilla Castro
El accidente cerebrovascular (ACV) es una condición clínica de alta prevalencia, impactando significativamente a la población global. Se estima que es la segunda causa principal de muerte en el mundo, y una de las principales causas de discapacidad permanente. Esta condición se desencadena predominantemente por la obstrucción del flujo sanguíneo arterial en el encéfalo, lo que lleva a la privación de oxígeno en las células cerebrales y a su eventual muerte. Esta interrupción del suministro sanguíneo está estrechamente relacionada con el aumento de enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes mellitus tipo 2 y la hipertensión arterial, que constituyen factores de riesgo clave en la patogénesis del ACV. El manejo del accidente cerebrovascular incluye múltiples intervenciones terapéuticas tanto para tratar los episodios agudos como para prevenir recurrencias. Una vez se identifica el desencadenante potencial y se estratifica el riesgo cardiovascular del paciente, es fundamental implementar una intervención oportuna. Esto no solo puede reducir la mortalidad asociada al ACV, sino también mejorar la calidad de vida de los sobrevivientes y prolongar los años de vida productiva. En este contexto, presentamos el caso clínico de un adulto previamente sano, sin comorbilidades conocidas, quien sufrió un episodio sincopal acompañado de movimientos tónico-clónicos generalizados autolimitados. Inicialmente se sospechó de un primer evento convulsivo, pero los estudios de imagen realizados posteriormente permitieron definir el diagnóstico como un accidente cerebrovascular isquémico criptogénico. A raíz de este diagnóstico, se decidió implementar un manejo médico enfocado en la prevención secundaria, con el objetivo de reducir el riesgo de futuros eventos cerebrovasculares y mejorar el pronóstico a largo plazo del paciente.
Stroke (Cerebrovascular Accident, CVA) is a highly prevalent clinical condition that significantly impacts the global population. It is estimated to be the second leading cause of death worldwide and one of the primary causes of permanent disability. This condition is predominantly triggered by the obstruction of arterial blood flow in the brain, leading to oxygen deprivation in brain cells and their eventual death. The interruption of blood supply is closely associated with the rising prevalence of chronic non-communicable diseases such as type 2 diabetes mellitus and hypertension, which are key risk factors in the pathogenesis of stroke. The management of stroke encompasses multiple therapeutic interventions aimed at both treating acute episodes and preventing recurrences. Once the potential trigger is identified and the patient’s cardiovascular risk is stratified, timely intervention is crucial. This approach not only has the potential to reduce stroke-related mortality but also to improve the quality of life for survivors and extend productive years of life. In this context, we present the clinical case of a previously healthy adult with no known comorbidities who experienced a syncopal episode accompanied by self-limited generalized tonic-clonic movements. Initially, a first-time seizure was suspected; however, subsequent imaging studies confirmed the diagnosis of cryptogenic ischemic stroke. Following this diagnosis, a medical management plan focused on secondary prevention was implemented, with the goal of reducing the risk of future cerebrovascular events and improving the patient’s long-term prognosis.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados