Setecientos barcos, cientos de millones diarios, marineros repatriados en aviones a sus respectivas provincias, fábricas de congelación, conservas y aceite de pescado que miran con angustia el porvenir, más de 200.000 personas sin trabajo, y los puertos silenciosos, desolados. La historia del amarre de la flota que faena en el caladero del Sáhara, fue precedida de un bofetón diplomático al Gobierno por parte de Marruecos, siguiendo, según las opiniones de los hombres de la mar, órdenes de Estados Unidos.
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