Tras su descubrimiento de forma casual en el yacimiento arqueológico de La Alcudia de Elche, el célebre busto ibérico se convirtio de inmediato en objeto de deseo. Esta avidez por su posesión la llevó a París, lo que ayudó en gran medida a que su fama creciera de forma desmesurada. Desde el Museo del Louvre y rodeada de unas circunstancias propias de una película de espías volvió a España, concretamente a Madrid. Este viaje fue una auténtica aventura en la que la amenaza de las bombas contrastaba con la belleza de los sitios que la acogieron. Hoy en día, la sociedad ilicitana ansía su regreso definitivo
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados