A medida que la Ucrania imaginada por Vladimir Putin difiere cada vez más de la real, se vuelve más difícil de sostener el mito de que ha sido siempre parte de Rusia y que las potencias occidentales la colonizaron por la fuerza. Pero Putin, en vez de modificar su fantasía histórica para acercarla a la verdad, redobló la apuesta y recurrió a la fuerza militar y a la censura totalitaria en un vano intento por hacer que la realidad se acerque al mito. Quizá ahora sepa que es difícil oponerse a la realidad.
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