En este artículo se expone una visión de conjunto de la importancia del relicario de la Catedral de Orihuela, tanto desde el punto de vista artístico como de su relevancia como testimonio de las creencias en torno a las reliquias sagradas durante la Edad Media y la Moderna en el orbe católico y, en este caso particular, de la Iglesia de Orihuela. Los relicarios conservados muestran la configuración inicial del aparato devocional y ceremonial en la Catedral como nueva sede episcopal en el Renacimiento, las advocaciones que se escogieron, muchas de ellas con la intención de prestigiar el templo, otras vinculadas a la identidad aragonesa de Orihuela. Así lo demuestran la existencia de reliquias como las astillas de la cruz donde fue crucificado Cristo, la de san Pedro, el cráneo del papa san Antero o del primer mártir de la iglesia, san Esteban, testimonios del papel que desempañaba la catedral como centro espiritual de la nueva diócesis creada en 1564, y, significativamente, de su labor contrarreformista. Todas ellas se engarzaron en piezas de orfebrería de gran valor, principalmente bustos relicarios, que muestran el alto nivel alcanzado por los plateros y orfebres establecidos en el entorno oriolano, principalmente el taller de Miguel de Vera y Hércules Gargano.
This article provides an overview of the significance of the Orihuela Cathedral Reliquary, both from an artistic perspective and in terms of its importance as a belief’s testimony surrounding sacred relics during the Medieval and Modern periods in the Catholic realm, particularly within the context of the Church of Orihuela. The preserved reliquaries reveal the initial setup of a devotional and ceremonial apparatus within the Cathedral as a new episcopal seat during the Renaissance. They encompass the chosen devotions, some aimed at enhancing the prestige of the temple, while others linked to the Aragonese identity of Orihuela. The relics on display, such as splinters from the Cross, those of Saint Peter, the skull of Pope Saint Anterus, or of the early church’s first martyr, Saint Stephen, serve as testaments to the role played by the new cathedral as a spiritual center of the diocese established in 1564. They also signify its role in the Counter-Reformation context. All of these relics were encased in highly valuable metalwork pieces, primarily reliquary busts, showcasing the exceptional craftsmanship achieved by silversmiths and goldsmiths in the Orihuela region, notably within the workshops of Miguel de Vera and Hercules Gargano.
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