En ‘Mecanópolis’ (1913) y ‘Las peregrinaciones de Turismundo’ (1921) Unamuno recurre a las convenciones del género de la ciencia ficción para ilustrar los efectos nocivos del desarrollo incontrolado del progreso tecnológico en la humanidad. La visita a las megalópolis futuristas es también parte de una etapa del viaje ascético-místico de ambos protagonistas en busca del sosiego espiritual. Sin embargo, lejos de encontrar la paz interior, la experiencia del viaje solo logra exacerbar la soledad y la enajenación de los personajes, que parecen ser incapaces de encontrar refugio en una naturaleza cada vez más asfixiada por el progreso material y tecnológico.
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