El ministro Belloch está decidido. Hay quien dice que se trata de una anécdota política, de una cortina de humo populista para tapar y dilatar la solución de los grandes males de la justicia. Sin embargo, está por ver si el establecimiento del jurado será sólo una anécdota en la vida de los españoles y, mucho más, si será populista. Un nuevo derecho, pero, también, una nueva obligación, semejante a la participación en una mesa electoral o la llamada a filas, va a instaurarse en España. El alcance de los delitos y la forma que tomará el jurado en nuestro país se ha esbozado ya en un borrador de anteproyecto de ley que esta misma semana será discutido en El Paular, a pocos kilómetros de la capital, entre el Ministerio de Justicia y un reducido grupo de expertos. De este cónclave podrá salir, quince años después del controvertido mandato constitucional, la fumata blanca del jurado.
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