Los "Kremlinólogos" están de enhorabuena. Tras el ostracismo a que habían sido condenados por los afanes de transparencia informativa de la perestroika y, sobre todo, por la indisimulable fuerza de los acontecimientos, que dejaban escaso margen a la interpretación libre e imaginativa, los expertos en los arcanos del Kremlin vuelven a tener futuro. Los dimes, diretes, fugas, deserciones, amenazas, maniobras, cambalaches y cabildeos que han marcado la formación del nuevo Gobierno ruso han desatado todo tipo de rumores y supuestos, más o menos fundamentados, sobre la salud física y política de Boris Yeltsin y, sobre todo, sobre el futuro de las reformas económicas. La inquietud de Occidente vuelve a estar más que justificada.
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