Está encantado con su papel de gran perturbador. Sus actuaciones públicas se cuentan por escándalos. Este histrión de verbo fácil y contrastada capacidad de seducción despierta la curiosidad y el interés de propios y extraños. Pero sus planes estratégicos, su frenesí geopolítico, plasmado en un irrefrenable afán de rediseñar mapas y desplazar fronteras, y su dialéctica de la confrontación perpetua aterrorizan a medio mundo. Vladimir Zhirinovski, el líder ultranacionalista ruso, ha trascendido el plano de la pura anécdota, del detalle pintoresco, de la extravagancia provocadora o del permanente desafío a todo y a todos, para convertirse en una pavorosa perspectiva y en una amenaza real para la estabilidad mundial.
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