Exigen las zonas más exclusivas, llevan las negociaciones con el mayor sigilo y valoran extraordinariamente una ubicación que les ofrezca máximas garantías de seguridad. Calidad, discreción e intimidad: son las reglas del juego, las normas que rigen un mercado inmobiliario de lujo en el que se mueven aquellos elegidos a quienes la crisis parece no haber afectado. Moviendo los hilos de este mercado se encuentran unos privilegiados intermediarios, especializados en poner en contacto a quienes quieren comprar y vender mansiones de miles de metros cuadrados valoradas en cientos de millones de pesetas.
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