En las últimas semanas, dos sentencias condenatorias han puesto de manifiesto el grado de deterioro a que pueden llegar las relaciones entre padres y madres separados. En la primera de ellas, un juez condenaba a un hombre a ingresar en prisión por no pagar la pensión alimenticia a sus hijos; en la segunda, una jueza condenaba también a prisión a una mujer por no permitir que su ex marido visitara a la hija de ambos. Uno y otro casos representan la indefensión de muchos de los hijos de matrimonios rotos, sometidos a un castigo -ya sea económico, ya sea afectivo- más difícil de entender para ellos que la misma separación de sus padres.
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