Jerusalén, ciudad tres veces santa, lugar de acuerdo y de disputa, de anhelos y desencantos. Jericó, mito bíblico, cuna de la civilización y tierra prometida a un pueblo errante, el palestino. Gaza, desierto que acoge a miles de humillados y resentidos, vivero de una juventud inquieta y combativa, y hogar conquistado por un puñado de desheredados por la Historia. Hebrón, tan santa como Jerusalén y escenario de una horrible masacre que puede convertir a este símbolo de la pluralidad religiosa en tumba de las expectativas de paz en este convulso rincón del mundo que es Oriente Medio. Estos lugares de esperanza, solidaridad, comprensión y vocación conciliadora parecen condenados al infierno de la frustración, el aislamiento, la intolerancia y la realidad bélica. El fantasma de medio siglo de guerra abierta entre Israel y sus vecinos árabes sigue amenazando hoy las todavía frágiles perspectivas de una paz tan deseada como difícil.
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