Muchos, a sus espaldas, le llaman "Don Pepone". Pepe Marco lo sabe, y se lo llevan los demonios -"eso lo dicen cuatro h. de p."- pero su habilidad política es superior a su comentada tosquedad. Él sabe aguantar. De nada sirve que sus enemigos le atribuyan "actos caciquiles" y que los medios de comunicación publiquen día tras día el rosario de negocios y enchufes que, siempre presuntamente, adornan su meteórica carrera. El secretario General del PSOE de Aragón, el presidente del Gobierno de esta comunidad autónoma desde que el 31 de septiembre pasado le aupara al cargo el voto de un tránsfuga del PP, es un valor consolidado a los ojos de sus propios adversarios socialistas, cada vez más contados, cada vez más callados. Superviviente guerrista en su feudo aragonés, José Marco ha afianzado su puesto en medio de aparentes inmoralidades basadas en el clientelismo político y en el enriquecimiento de su familia, pero nadie por el momento le ha pillado en una sola irregularidad. La ley es su aliada, y el poder... es él mismo.
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