El debate sobre el estado de la Nación llega al Parlamento sin ninguna emoción previa: el Gobierno, atrincherado en el triunfalismo acrítico de la mayoría absoluta, sabe que saldrá indemne de la escaramuza. Los únicos rasguños, si al final se producen, sólo pueden llegar desde los escaños suaristas o catalanes. Adolfo Suárez es el único líder de ámbito nacional y que competirá con Felipe González, y Miguel Roca aprovechará su discurso para iniciar, con todo el artificio posible, la campaña de las elecciones catalanas. Por lo demás, Hernández Mancha será, una vez más, un convidado de piedra; Gerardo Iglesias subirá a la tribuna sin galones en la bocamanga, y los demás, desde el cajón desastre del Grupo Mixto, apenas tendrán tiempo para recordar que existen.
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