Dos años después de su compra por Elon Musk, X (ex-Twitter) acumula pérdidas financieras y retos judiciales, pero se ha convertido en un arma formidable para los sectores más conservadores de EE UU. El algoritmo de X favorece a derechistas radicales y a conspiranoicos. Usuarios progresistas se están mudando a redes como Bluesky o Mastodon. La red se ha estancado en torno a los 250 millones de usuarios diarios. Los ingresos por publicidad han caído más del 50% en el último año.
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